sábado, 16 de junio de 2007

EL OTRO POR SÍ MISMO

Por Jean Baudrillard


EL OTRO POR SI MISMO
Resulta paradójico establecer el panorama retrospectivo de una obra que jamás se ha pretendido prospectiva. Es como cuando Orfeo se vuelve demasiado pronto hacia Eurídice y con ello la envía para siempre a los Infiernos. Hay que hacer como si la obra se preexistiera a sí misma y presintiera su final desde el principio. Esto puede ser de mal augurio. Sin embargo, hay ahí un ejercicio de simulación capaz de entrar en resonancia con uno de los temas fundamentales del conjunto: hacer como si la obra estuviera cerrada, como si se desarrollara de una manera coherente, como si siempre hubiera existido. Así que no veo otro modo de hablar de ella sino en términos de simulación, un poco a la manera como Borges reconstituye una civilización perdida a través de los fragmentos de una biblioteca. Es decir, no puedo plantearme el problema de la verosimilitud sociológica, al que, por otra parte, me costaría muchísimo responder, sino ubicarme /7/ simplemente en la posición del viajero imaginario que tropieza con estos escritos como con un manuscrito olvidado y que, a falta de documentos suplementarios, se esfuerza en reconstituir la sociedad que describen.

(*) Fuente: Jean Baudrillard, El otro por sí mismo. Anagrama, Barcelona, 1997.
(Ed. Original: L’autre par lui-même (Habilitation), Éditions Galilée, París, 1987)

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